Los Angeles

ENFOQUE VISUAL

UNA IMAGEN DE SI MISMO

Por Maria del Pilar Rodriguez, mayo 2017 (Colombia)

La cita era en un Centro Comercial de mi Barranquilla natal que ya explotaba en policroma fantasía carnestoléndica, tratando de llevar una normalidad productiva que, se moría porque llegara el sábado para legalizar la locura entregarse a una fiesta sin fin hasta el día más silente en la historia de la ciudad cada año: el Miércoles de Ceniza.

Lo contacté por Facebook le propuse la entrevista y contestó tan instantáneamente como para derribar en fracciones de segundo los rumores de difícil que lo antecedían... El estaba en Medellín y yo en Bogotá. Inmediatamente pensé en una entrevista personal, pero jamás imagine que terminaría siendo en Barranquilla, de hecho, aún no tengo muy claro porque sucedió así. Lo esperaba, y para identificarlo hice el común ejercicio de buscar en internet una imagen suya y solo logre espiar un manojo de sus trabajos y un retrato tan antiguo que, para lograr la certeza de quién era entrevistado, me valí más mi de invocar a la suerte que de alinear mis ojos. Jean desgastado, camiseta a rayas y unos zapatos deportivos ingresaron. La expresión de observador cauteloso v el paso de explorador indeciso lo delataron, al tiempo que su llamada lo confirmó como Efrén Isaza, el joven fotógrafo colombiano que ha conquistado Art Basel Miami, Casa Christie's Nueva York, entre otros logros que confiesa en el marco de la entrevista que da origen a éstas líneas, en la cual reveló mucho más de lo que es público a la fecha, pero dejando por supuesto, más de una ambigüedad en el espectro de lo dicho. Lagunas entre las cuales está su edad, acerca de la cual bromea con una sonrisa grácil de niño travieso, como quién se esconde de la historia para evitar el peso que implica la consciencia de saberse miembro de ella. De pensamiento claramente manierista, asume libremente su vocación de ejercer la crítica a través de la sofisticada estética, abandonando la verosimilitud, Explora la exageración de movimientos, el alargamiento de extremidades; generando siempre un punto de tensión comunicacional en cada una de sus imágenes; a partir de contrastes operados a través de una intrincada articulación de elementos que a veces, -sin que él lo busque- dan un salto hacia el barroco o a un neo barroco si se quiere que en contradictoria amalgama aparece ante el espectador desprevenido como una forma de abordar la moda, cuando realmente es la transcripción de una onírica manera de leer el mundo, o mas allá de ello, con la intención de recodificarlo.

Entra la cámara de televisión al estudio, la directora de la revista le anuncia que han llegado a cubrir un detrás de cámaras de su trabajo. La neurosis de Isaza llega a tope, entrega la cámara, pide que le avisen cuando hayan terminado el video y se hace a un lado. Puedo oler el silencio de la sala, todos impactados ven aquello como el efecto de una reputación que ha llegado al ápice del cerebro de Efren Isaza, pero realmente se trata de otra cosa. Se esconde por la misma razón por la que hace sus obras artísticas: porque se esta buscando a si mismo y no quiere que este proceso sea vulnerado por alguien más... Misma razón por la cual le cuesta conceder una entrevista, por la que insiste en tejer variadas versiones de su propia vida, por lo que se confiesa un solitario absoluto, un ermitaño que solo sale a disparar, a crear, para revelarse en cada resultado, indultando fantasmas y retornando de nuevo al feliz anonimato.

Recorta, pega, engrapa, pinta, escribe y destroza sus propias capturas impresas en gran formato para reconstruirlas, haciendo apología a lo que hace consigo mismo todo el tiempo: se observa con el rigor de un inquisidor, esclavo de su autorreflexión o reinventando tanto Su Vida como su oficio. Gobernado por un perfeccionismo lacerante que hace que cuando empuña el lente, el pincel, la tijera o cualquier herramienta de trabajo, emerja de él ese personaje huraño que le valido la reputación de antipático, que tiene en más de un ámbito, siendo solo una mascara del ser sensible y emocional a ultranza que es. Mujeres de minúsculas tallas de aporcelanadas pieles, llevadas al lechoso imposible de Lladró, en contraste con la exaltación del ébano epitelial natural, sometidas todas a extremismos corpóreos en escena y en postproducción, dando como resultado una sobre humanidad en la imagen y presentando lo anatómicamente imposible, como una representación y una crítica al canon establecido al tiempo que consolida un maniquí fabuloso para la presentación de las prendas. Configurando irónicamente un estilo inmensamente seductor para cualquier diseñador de moda, mientras él sigue asumiéndose como un incomprendido, tal vez porque le gusta verse así, como un creador que no entiende los aplausos y juega entre el ser y no ser a modo de un Modigliani híper-moderno de largos silencios, de altisonantes melancolías e infinita insatisfacción creativa. Investiga y se sumerge en largas expediciones tanto técnicas como conceptuales. Actualmente estudia escultura después de formarse profesionalmente en diseño gráfico, diseño textil y diseño de modas, así como de manera individual -a la luz de tutorías privadas- en fotografía. Sumado a un hambre autodidacta que tuvo hace más de una década en los museos de Amsterdam nueve meses de placer, cuando se fue a realizar una especialización en iluminación para moda y decepcionado del pensum, se abandonó a los brazos de Rembrandt y Van Gogh, perfumándose con un aroma a Vermeer que no se quita con facilidad al conversar con él quizá por esa relación con la cámara oscura de éste último y la particular relación de Efrén con su cámara fotográfica.

No piensa como el común de los fotógrafos de moda. La cámara para él es sólo una herramienta técnica que satisface claramente su necesidad de ver en una superficie bidimensional los objetos tridimensionales manipulados... Conceptualización y puesta en escena que implica largas horas de trabajo en medio de las cuales siempre cuenta con un valioso equipo humano, sin embargo, no son pocas las veces que desempeña varios oficios en la producción, de lo cual es un insaciable aprendiz. Piensa como pintor, aunque no se siente cómodo con el título de artista. Comprende todo lo que le rodea como un sinfín de elementos disponibles para consolidar sus nuevas visiones de variedad de temas, entre ellos: el femenino; la mujer como un universo infinito y desde el masculino no suficientemente explorado. Evoca con frecuencia la fragılidad en contraste con la fortaleza denotando una visión patriarcal. Revela una robusta imaginación y una tendencia a la creación de personajes que nace en su infancia, que, aunque transcurrió muy unido a sus hermanos, en su natal Antioquia, tuvo también largos espacios de soledad bajo el rigor de la recia disciplina de un padre protector.

"PIENSA COMO PINTOR, AUNQUE NO SE SIENTE CÓMODO CON EL TÍTULO DE ARTISTA. COMPRENDE TODO LO QUE LE RODEA COMO UN SINFÍN DE ELEMENTOS DISPONIBLES PARA CONSOLIDAR SUS NUEVAS VISIONES."

Aprendió a dibujar a muy temprana edad amparado en la instrucción de su abuela. Mas tarde, en la adolescencia, desarrolló adicción por las imágenes a tal punto que desde su primera visita a la biblioteca se convirtió en un ladrón... Aunque hoy no está orgulloso de ello, nos cuenta que arrancaba y coleccionaba las páginas de los libros donde estaban las pinturas que le llamaban la atención, mismo ejercicio que haría años después con revistas de moda, configurando una colección de referentes que sin duda lo permea hasta hoy.

No esta en busca de la fama, no luce ansioso por salir en un programa de televisión, ni muestra señales de desear convertirse en celebridad, de hecho, no le es muy claro como manejan ese aspecto algunos de sus colegas. Para él la vida perfecta seria dedicarse exclusivamente a materializar sus ideas: va sea en una editorial de moda, en una campaña o en uno de sus muy bien reputados collages artísticos. A los 14 años tuvo su primer encuentro con una cámara fotográfica, una Kodak 76 propiedad de su hermana que a hurtadillas usó para capturar personas, sin embargo, no se veía en un futuro como fotógrafo, se soñaba como pintor. Fue solo hasta 1985 cuando tuvo una cámara propia, una Pentax K1000 que compró para hacer fotografía en su periplo hacia Norteamérica con el objetivo de estudiar inglés. Aunque solo tomaría consciencia de que aquella compra v determinaba su futuro, hasta muchos años después bajo el amparo de Alberto Montoya, quién le enseñó formalmente y durante tres años la técnica fotográfica. Ama la moda, sobre todo cuando esta proporciona discursos profundos e involucra estéticas que dan sentido emocional y técnico a la creación. La moda debe estar para Isaza al servicio de la exaltación del cuerpo como algo que particulariza al individuo; razón por la cual, se siente un cultor del gran diseño y lo respeta hondamente como dan fe sus editoriales en revistas como: Ocean Drive, Fucsia, Infashion, Vogue México, Vogue Latinoamérica, Vogue Alemania, entre otras publicaciones.

Considera que el verdadero sentido de la fotografía profesional se ubica en un complejo proceso, con componentes de carácter invisible, espontáneo, a veces fortuito, que va más allá de lo mecánico y técnico. Es un duro critico de los resultados mediocres y luego de un largo análisis de su propio proceso, logra retratarlo en los siguientes pasos invocando a Vilém Flusser:

"Las cámaras son herramientas de captura provistas de mayor o menor óptica, obturar es un acto mecánico, construir una imagen es un ejercicio reflexivo y crítico por tanto un proceso filosófico," como anotaba Flusser. Isaza comparte esta frase como una especie de autorretrato, aunque a los pocos segundos se disculpa porque teme lucir muy presuntuoso. Es un hombre que se cuestiona, que está repleto de interrogantes, que conoce la respuesta solo como la madre de otro montón de preguntas, que disfruta su creación como un acto dialéctico, pero que ha aprendido en la ambivalencia propia de su ejercicio profesional -editoriales de moda vs. exposiciones artísticas-, a guardar silencio, porque cuando habla dice cosas que mucha gente no entiende y que lo hacen lucir como el 'bicho raro' que siempre ha sido y que sabe no dejará de ser. Con una trayectoria antónima a su edad, se sonroja al reconocer que lo representa una de las galerías más importantes del mundo: Lumas, que ha expuesto al lado de Arbus, Newton, Penn, Aldridge, Beard y Avedon. Se acomoda nerviosamente en la silla si se intenta preguntarle por la cotización de sus obras. "En el gesto de fotografiar me estoy retratando yo mismo." Palabras confirmadas por los sombreros vueltiaos, los buñuelos, el Kipará Embera, así como otra cant1idad de elementos vernáculos populares que ha incluido en la mayoría de sus imágenes, confirmando un orgullo por lo propio, así como un respeto por los grandes exponentes de la historia de la pintura.

ES UN HOMBRE QUE SE CUESTIONA, QUE ESTÁ REPLETO DE INTERROGANTES, QUE CONOCE LA RESPUESTA SOLO COMO LA MADRE DE OTRO MONTÓN DE PREGUNTAS.

No cree que pueda llegar a ser un ejemplo para nadie. Sonríe de nuevo y dice: "Yo soy un hombre común y corriente", pero si fuera cierto que hay muchos quienes siguen su trabajo, le gustaría lograr con ello que se sintieran orgullosos de lo autóctono, de lo raizal, de lo que en nuestros territorios hay y sucede, no para despreciar lo externo, ni alejarse de la transculturada e híbrida realidad, si no para hacer un viaje como el suyo: hacia una imagen de sí mismo.